XXIII

Una imagen es un acto de piedad, una reverencia, una humilde ofrenda, el intento desesperado de salvar lo insalvable antes de que sea demasiado tarde; la acción, por muy buenos propósitos que tenga, fracasa necesariamente todas y cada una de las veces. Este fracaso continuado, persistente, es la forma en la que el mundo se salva a pesar de estar condenado sin remedio.